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lunes, 21 de mayo de 2007

EL CAÑÓN DEL RÍO LOBOS


Ermita de San Bartolome, Cañón del río Lobos


Situado en la confluencia de las estribaciones de la cordillera ibérica y la meseta alta del Duero, el cañón que el Río Lobos ha excavado durante millones de años en las calizas cretácicas sorianas constituye uno de los espacios más espectacularmente bellos de nuestro país. El acceso a este bello paraje natural se encuentra en las inmediaciones de Ucero, población soriana situada a unos 15 kilómetros de El Burgo de Osma.

La ermita de San Bartolomé, se dice que construida por la Orden de los Caballeros del Temple, está enclavada en el lugar en que la magia del cañón se hace más evidente, ofreciendo una panorámica bellísima del roquedo kárstico, que la envuelve y protege, alzándose en uno de sus costados, imponente, la entrada a la denominada Cueva Grande. Los buitres leonados, señores de este maravilloso rincón, planean majestuosamente, sobre todo en las primeras horas de la mañana, cuando buscan su alimento desde las alturas. El viajero que acude al lugar a esa hora temprana, cuando es más escasa la afluencia de público, puede sentir la eclosión de la naturaleza manifestada en los múltiples cantos que los animales -aves, anfibios e insectos- producen, todo ello acompañado, además, por el susurro de las aguas del Río Lobos que se deslizan entre las piedras en un incansable fluir.

La ermita, que con su aspecto mágico e irreal contribuye a reforzar los valores naturales y geológicos del entorno, se levantó en tiempos protogóticos (principios del siglo XIII), estando dotada de las características más sobresalientes del arte románico de transición. Posee una sola nave, que tiene planta de cruz latina y formó parte en su tiempo del monasterio de San Juan de Otero, regido por los Templarios, que aquí tenían uno de sus enclaves más importantes.


Tanto desde el punto de vista meramente artístico como en función de posibles consideraciones de contenido esotérico, la visión de la ermita de San Bartolomé, levantada en un paraje que transmite una inmensa sensación de fuerza y energía, produce una especial fascinación en el viajero, consciente de que nunca llegaremos a conocer la extraña simbología que se encierra en las trabajadas figuras que adornan sus canecillos, así como la enigmática pentalfa, cruz de cinco puntas invertida, es decir, con el vértice hacia abajo, que luce en su bello rosetón.

No cabe duda de que los Templarios alzaron su monasterio en el epicentro del cañón, donde la moderna Arqueología ha detectado una anterior presencia humana en tiempos megalíticos, y que estos hombres -mitad monjes, mitad soldados- probablemente buscaban, cuando decidieron levantar su casa, los beneficiosos efectos de las energías telúricas que la tierra ofrece con especial profusión en lugares como este, sitos al lado de una corriente de agua que los envuelve, junto a la entrada de una inmensa cueva y rodeados de impresionantes farallones rocosos.




1 comentario:

  1. Espero que hayais disfrutado de mi tierra.

    Un saludo.

    http://diariodeunburgense.blogspot.com

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Gracias, siempre, por tus palabras...