Santa María de Huerta, Soria
Para el hombre moderno no resulta tarea fácil introducirse en el intrigante mundo del simbolismo medieval. En esos tiempos el hombre era esencialmente religioso y su sociedad estaba impregnada de intensos componentes mistéricos y simbólicos que hoy día apenas llegamos a intuir. En la vida del hombre moderno se ha perdido ese componente religioso, mistérico y simbólico. Esa es la razón de que los templos medievales se nos aparezcan tan sugestivos como intrigantes. Para encontrarles un sentido es preciso que los insertemos en una tradición simbólica cuyas primeras manifestaciones se remontan a nuestras más antiguas culturas históricas. A través de esa corriente de creencias estos edificios adquieren un significado que escapa a nuestra comprensión, ya que hemos perdido los vínculos con lo trascendente y con los símbolos que lo representan.
René Guénon, filósofo especialmente atraído por el simbolismo sagrado, se hacía unas interesantes reflexiones en relación con la mentalidad moderna: "La civilización moderna emerge en la historia como una verdadera anomalía: es la única, de todas las conocidas hasta la fecha, que se ha desarrollado en un sentido puramente material; la única asimismo que no se apoya en un principio de orden superior. Su desarrollo se ha visto acompañado, desde hace varios siglos y de modo cada vez más patente, de una regresión intelectual que dicho desarrollo no es capaz de compensar. Hablamos, entiéndase bien, de la auténtica y pura intelectualidad, que cabe llamar también espiritualidad, y nos negamos a calificar de tal aquello a lo que se han dedicado de lleno los modernos: el cultivo de las ciencias experimentales con vistas a las aplicaciones prácticas a las que estas pueden dar lugar. Un solo ejemplo permitirá calibrar el alcance de dicha regresión: la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino era, en su tiempo, un manual para uso de estudiantes; ¿dónde están hoy los estudiantes capaces de asimilarla y profundizar en ella?".
René Guénon, filósofo especialmente atraído por el simbolismo sagrado, se hacía unas interesantes reflexiones en relación con la mentalidad moderna: "La civilización moderna emerge en la historia como una verdadera anomalía: es la única, de todas las conocidas hasta la fecha, que se ha desarrollado en un sentido puramente material; la única asimismo que no se apoya en un principio de orden superior. Su desarrollo se ha visto acompañado, desde hace varios siglos y de modo cada vez más patente, de una regresión intelectual que dicho desarrollo no es capaz de compensar. Hablamos, entiéndase bien, de la auténtica y pura intelectualidad, que cabe llamar también espiritualidad, y nos negamos a calificar de tal aquello a lo que se han dedicado de lleno los modernos: el cultivo de las ciencias experimentales con vistas a las aplicaciones prácticas a las que estas pueden dar lugar. Un solo ejemplo permitirá calibrar el alcance de dicha regresión: la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino era, en su tiempo, un manual para uso de estudiantes; ¿dónde están hoy los estudiantes capaces de asimilarla y profundizar en ella?".
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