Estos escritores sabios del tiempo de los sucesores de los dioses,
aquéllos que anunciaban el porvenir,
resulta que su nombre dura para la eternidad,
aunque se hayan ido, habiendo cumplido su vida,
y que se haya olvidado a toda su parentela.
No se han construido pirámides de bronce
con losas sepulcrales de hierro.
No han sabido dejar herederos (...),
hijos para pronunciar su nombre.
Pero a guisa de herederos se han procurado
los libros de aleccionamientos que han escrito.
Han hecho del rollo de papiro un ceremonial,
y de la tablilla para escribir un "hijo querido" (sacerdote funerario).
Sus libros de aleccionamientos son sus pirámides
y el cálamo es su hijo.
La superficie de la piedra fue su mujer.
Poderosos y humildes llegaron a ser sus hijos,
pues el escribano es el jefe de todos ellos.
Se han construido puertas y moradas para ellos,
pero se han desmoronado.
Sus sacerdotes de ka han desaparecido,
sus losas sepulcrales están cubiertas de polvo,
y sus tumbas están olvidadas.
Pero su nombre es pronunciado
en virtud de los libros que han escrito,
tan perfectos siguen siendo.
Y el recuerdo de quien los ha hecho alcanza los límites de la eternidad.
Sé escritor, pon esta idea en tu corazón.
Que tu nombre venga a la existencia igualmente.
Es más provechoso un libro que una lápida sepulcral grabada,
que una pared de capilla sólidamente construida.
Sirve de morada y de pirámide
para hacer pronunciar su nombre.
No hay duda de que es provechoso en la necrópolis
un nombre que está constantemente en los labios de la humanidad.
Ha desaparecido un hombre, su cuerpo se ha transformado en polvo,
toda su parentela ha vuelto a la tierra,
pero un libro lo hace mencionar por la boca de quien lo lee.
Es más provechoso un libro que la casa del constructor,
que unas moradas en el Occidente.
Es mejor que una torre bien cimentada
y que una estela conmemorativa en un templo.
¿Hay ahora alguien que se pareza a Hardedef?
¿Hay otro como Imuthés?
Nadie de nuestra generación fue como Neferti y Akhtoés,
que era maestro entre ellos.
Te recuerdo los nombres de Ptahemdjehuty y Khakheperréseneb.
¿Hay otro como Ptahhotep y Kaires?
Estos sabios han anunciado el porvenir,
el cual ha salido de su boca.
Se vio que era una sentencia
que estaba escrita en sus libros.
Los hijos de otras personas les son dados por herederos,
en lugar de sus propios hijos.
Han ocultado su magia a todo el mundo,
pero se la lee en un libro de aleccionamientos.
Han pasado, se han olvidado sus nombres.
Pero sus escritos hacen que se les recuerde.
aquéllos que anunciaban el porvenir,
resulta que su nombre dura para la eternidad,
aunque se hayan ido, habiendo cumplido su vida,
y que se haya olvidado a toda su parentela.
No se han construido pirámides de bronce
con losas sepulcrales de hierro.
No han sabido dejar herederos (...),
hijos para pronunciar su nombre.
Pero a guisa de herederos se han procurado
los libros de aleccionamientos que han escrito.
Han hecho del rollo de papiro un ceremonial,
y de la tablilla para escribir un "hijo querido" (sacerdote funerario).
Sus libros de aleccionamientos son sus pirámides
y el cálamo es su hijo.
La superficie de la piedra fue su mujer.
Poderosos y humildes llegaron a ser sus hijos,
pues el escribano es el jefe de todos ellos.
Se han construido puertas y moradas para ellos,
pero se han desmoronado.
Sus sacerdotes de ka han desaparecido,
sus losas sepulcrales están cubiertas de polvo,
y sus tumbas están olvidadas.
Pero su nombre es pronunciado
en virtud de los libros que han escrito,
tan perfectos siguen siendo.
Y el recuerdo de quien los ha hecho alcanza los límites de la eternidad.
Sé escritor, pon esta idea en tu corazón.
Que tu nombre venga a la existencia igualmente.
Es más provechoso un libro que una lápida sepulcral grabada,
que una pared de capilla sólidamente construida.
Sirve de morada y de pirámide
para hacer pronunciar su nombre.
No hay duda de que es provechoso en la necrópolis
un nombre que está constantemente en los labios de la humanidad.
Ha desaparecido un hombre, su cuerpo se ha transformado en polvo,
toda su parentela ha vuelto a la tierra,
pero un libro lo hace mencionar por la boca de quien lo lee.
Es más provechoso un libro que la casa del constructor,
que unas moradas en el Occidente.
Es mejor que una torre bien cimentada
y que una estela conmemorativa en un templo.
¿Hay ahora alguien que se pareza a Hardedef?
¿Hay otro como Imuthés?
Nadie de nuestra generación fue como Neferti y Akhtoés,
que era maestro entre ellos.
Te recuerdo los nombres de Ptahemdjehuty y Khakheperréseneb.
¿Hay otro como Ptahhotep y Kaires?
Estos sabios han anunciado el porvenir,
el cual ha salido de su boca.
Se vio que era una sentencia
que estaba escrita en sus libros.
Los hijos de otras personas les son dados por herederos,
en lugar de sus propios hijos.
Han ocultado su magia a todo el mundo,
pero se la lee en un libro de aleccionamientos.
Han pasado, se han olvidado sus nombres.
Pero sus escritos hacen que se les recuerde.
En este escrito del antiguo Egipto su autor, posiblemente uno de los alumnos de una Casa de la Vida, nos ha transmitido "un vibrante recordatorio de la inmortalidad que procura una gran obra". El autor del poema insiste a lo largo del texto en que los escritos de un hombre sabio permiten que este sea recordado durante toda la eternidad. Al incluir este poema en nuestro blog nosotros también contribuimos a mantener vivo el recuerdo de su autor, aunque desgraciadamente su nombre no se ha conservado. Sirva la bella imagen de la diosa Isis que ilustra este texto para evocar el que pudo haber sido el rostro de ese joven aprendiz de escriba.
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