Páginas

domingo, 6 de abril de 2008

EL FARAÓN NIÑO (II)







Intentando aclarar la duda de si la imagen de la que hablábamos antes era o no una copia de algún original egipcio, terminé poniéndome en contacto con una Asociación de Amigos de la Egiptología, a la que envié una fotografía del grupo escultórico en cuestión, explicando los interrogantes que el mismo me planteaba.

Pronto, diversas personas empezaron a brindarme sus ideas al respecto y a los pocos días alguien me informó que se trataba, sin ningún género de dudas, de una copia escultórica de unas pinturas que se habían identificado en la tumba de un tal Kenamón (TT 93 de la necrópolis de Tebas).

Ante esa respuesta tan rigurosamente detallada (me brindaban hasta la numeración concreta de una tumba tebana) no pude sino quedarme gratísimamente sorprendido, casi perplejo. A fin de cuentas, ese Kenamón no era ningún faraón, más o menos conocido, sino un particular del que me imagino que pocas personas habrán oído alguna vez su nombre.

Por lo que me pude documentar, parece que Kenamón fue una persona que ocupó altos cargos en el estado egipcio. En concreto ostentó, entre otros, la función de Supervisor del Palacio de Peru-Nefer, que estaba situado cerca de Menfis y que era la residencia real de Amenofis II.

Parece que está contrastado que Amenemopet, madre de Kenamón, tuvo el honor de desempeñar la labor de Nodriza Real de citado faraón, de modo que Amenofis II y nuestro hombre fueron, realmente, hermanos de leche.

Dado que Amenemopet había sido la Nodriza del Díos, es decir del Señor de las Dos Tierras, cuando Kenamón se hizo construir la tumba que habría de albergar sus restos durante toda la eternidad no dudó en hacerse representar, junto a un hombre llamado Pehsujer, Portador del Abanico, avanzando ante su madre, que en las rodillas tiene sentado al niño rey. Parece que ese tal Pehsujer, que fue enterrado en la TT 88, estaba casado con otra Nodriza Real, llamada Neit.

En las fotografías podemos apreciar que el grupo escultórico que nosotros habíamos adquirido en Valladolid reproduce con fidelidad esa escena de la Nodriza Real con Amenofis II sobre sus piernas. El artesano que creó la estatua, finalmente, no se había inventado nada, sino que se había basado en el modelo que le brindaban las pinturas de esa tumba de la necrópolis de Tebas. Gracias a Internet y a la amabilidad de aquel interlocutor anónimo, las dudas planteadas habían quedado satisfactoriamente resueltas.

En suma, que lo que tengo en mi casa no es sino algo con cierta historia, en la medida en que esa escultura está contribuyendo a que la memoria de una mujer llamada Amenemopet, que fue Nodriza de un Dios, Amenofis II, se mantenga viva, lo que no es algo baladí, dada la trascendencia que los antiguos egipcios otorgaban a estas cosas.

Pensar amigos, a fin de cuentas, que aquellos hombres concedían un intenso poder mágico a la palabra, de modo que, a modo de ejemplo, alguien como Petosiris, que fue Profeta y Sacerdote de Thot en Hermópolis, no dudó en hacer grabar en la tumba de su familia una inscripción que entre otras cosas decía:

“Hice construir esta tumba en esta necrópolis, junto a los grandes espíritus que aquí están, para que se pronuncie el nombre de mi padre y el de mi hermano mayor.

Un hombre es revivido cuando su nombre es pronunciado.

El occidente es la morada de aquel que no tiene faltas. Rogad a dios por el hombre que lo ha alcanzado…”

Vemos que Petosiris, que alcanzó en vida fama de santidad, creía que los difuntos habrían de retornar a la vida cuando sus nombres fuesen de nuevo pronunciados; de no creerlo, no lo habría mandado grabar expresamente en la tumba. Menos mal, amigos, que María y nuestras hijas no saben nada de estas cosas y yo, por mi parte, no creo demasiado en ellas.

No obstante, y como hipótesis maravillosa, sería hermoso pensar que gracias a esa imagen y a la evocación del nombre de Amenemopet, el espíritu de esa mujer pudiera seguir viviendo, durante Millones de Años, glorificada en una estrella, en el Reino de la Luz de Re.

Creo que ante esa posibilidad, alguna noche de estas, tendré que mirar a las Estrellas Imperecederas (las que nosotros llamamos Circumpolares), que los egipcios creían inmortales, con cierta atención. Quizás alguna de ellas me haga un guiño.



.

.

12 comentarios:

  1. Antiqva, misterio resuelto... vaya, creo que no mirarás igual esa figura que pensabas sin valor y fruto de la imaginación.
    La verdad es que hace unos pocos años nunca hubiéras podido averiguar todo esto...
    Maravilloso post.
    Cuidadito por la noche, encierra bien la figura... la nombraste y tal vez vuelva y tome un cachito de jamón mientras duermes...
    un beso, amigo.
    Natacha.

    ResponderEliminar
  2. Qué maravilla...
    Gracias, Antiqva, si la fotografía de la figura es preciosa la historia que nos cuentas, tan bien contada por cierto, lo es aún más.
    ... de repente tener más habitantes en la casa, y así de sorpresa...quizá no agrade, pero imaginarlos en las estrellas... una idea preciosa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Me alegro de que hayas resuelto el misterio y de que además hayas encontrado un valor añadido a la escultura.

    Como bien dices, Internet está eliminando fronteras y uniendo más que nunca a las personas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Pero no dejes de mirar a las estrellas. Sólo venia a decirte Buenas noches, estoy tan cansada , que veo las letras como ratoncitos,
    Hasta mañana.

    ResponderEliminar
  5. Que historia tan interesante y que gran labor de investigación por tu parte. Lamentablemente yo no sabría distinguir entre una escultura hecha artesanalmente y, por tanto, una pieza única, y otra hecha con moldes de los cuales se sacan "chiquicientas" copias. Bien podrías darme algunos datos orientativos, muchas veces, cuando salgo de viaje, dejo de comprar algo por temor a encontrarlo en el bazar más próximo a casa.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Qué bueno que hayas investigado y lo hayas compartido. Enhorabuena, eso se llama generosidad.

    un beso

    ResponderEliminar
  7. Amigo:
    estamos frente a una maravillosa historia, yo no se nada del arte egipcio, pero por la expresion y lenguaje corporal de las figuras me parece preciosa esta pieza...
    yo creo (tal vez estoy pirada, lo se) que el alma de esta nodriza fue la que te buscó para no morir en el olvido, o no quedarse en manos de alguien que nunca se le ocurriera preguntar sobre su origen, quiso irse contigo para que la leyenda continue...

    ResponderEliminar
  8. Enhorabuena por el hallazgo! Pasé un grato momento leyendo como se resolvió el misterio.
    Pero quizás lo que más megusta es la pasión que le imprimes a tu colección.
    Me quedo satisfecha ;)

    ResponderEliminar
  9. Despuès de leer las dos partes, siempre es sorprendente a lo que uno llega.
    La cuestiòn es que ya estàs informado.
    De todos modos, a disfrutar de tus recuerdos que compras.
    Y un gusto que lo compartas.

    Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
  10. Vengo acà y me encuentro con la duda y su solución despuès, me alegra que ya estè aclarada, servirà que podràs ver las estrellas y despuès dormir tranquilo :)
    Saludos!

    ResponderEliminar
  11. Que bien, descubriste la verdad que envuelve a tu escultura. Es interesantísima tu entrada, eres un gran narrador. Si alguna estrella te llega a guiñar un ojo me cuentas, la saludas de mi parte.
    Un abrazo!!!

    ResponderEliminar
  12. "Un hombre es revivido cuando su nombre es pronunciado"

    Mi abuela decía que un alma es como una vieja mecedora,
    a veces si te mecías en ella
    el tiempo suficiente
    recuerdas y absorves el alma
    de los que en ella se mecieron,
    Siempre deja y desprende algo de ti
    que antes o después aparece en algún rasgo de alguna persona,
    muchas veces espontáneamente:
    ese gesto de la mano en la oreja, de atusarse el pelo,
    de reir hacia atrás con los brazos en jarras, desprende gotas de almas vistas o intuidas de alguna manera.
    Quien sabe si en el pasado nuestras almas actuales yacen similares y rendidas
    a aquellas que nos parecen tan lejanas y fantasmales,
    aunque ahora nos parezcan de lo más carnales.

    Quizás veamos una figurilla,
    y en ella a una madre, o a todas,
    dándote un beso universal y una tortica de manteca a solas.

    Un saludo guiñoso.

    ResponderEliminar

Gracias, siempre, por tus palabras...

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.