TROZOS DE ALMAS

Hace unos días, a medias con una amiga y sin que ella lo supiera, uno escribía uno de esos “Cuentos Mínimos”; era aquel que decía:

“Aquella mujer ansiaba transformar los pensamientos en posesiones queridas.

Todos, expectantes, aguardaban para conocer el resultado del prodigio.”

Es cierto que lo escribía “a medias” ya que, realmente, era esa amiga lo que lo había escrito, si bien algo camuflado, en el contexto de una de las entradas de su blog, en concreto en aquella que había titulado:

“Nota: Salimos a comer, regresaremos algún día…”

En aquella entrada uno dejó escrito un comentario apresurado, en el que se plasmaba el embrión de ese pequeño cuento, que mi amiga, luego, tuvo la amabilidad a su vez de comentar igualmente.

Hablo de estas cosas ya que me encanta que gracias a Internet se puedan producir “interrelaciones” que permiten que personas que no se conocen sientan “algo especial” al leer un texto y que, además, al añadir luego sus propios comentarios, puedan ir dejando allí algo de sus propios anhelos y vivencias, de sus propias almas, en suma.

¿Os dais cuenta de que una parte de nosotros se va quedando enganchada en los blogs? Internet, qué quién sabe que es y donde está, se asemejaría a un “Reino del Espíritu” en el que todos y cada uno de nosotros nos estamos dejando “colgados” algo, quizás de lo mejor, de nosotros.

Veamos, insertos en este contexto de ideas, algunos de esos comentarios que vosotros mismos habéis escrito en la entrada que venimos comentando:

Natacha, lectora fielísima, afirma la primera que ella también está expectante, esperando aprender “esa cosa prodigiosa” que deberá permitir que los pensamientos se transformen en posesiones queridas. No entra en las honduras del asunto, sino que declara que está esperando atentamente a ver como se produce el prodigio.

Frabisa, siempre tan vitalista, no tiene dudas y frotando la lámpara maravillosa pide que sus pensamientos se transformen en “fastuas y lujosas pertenencias”. En concreto, piensa y quiere poseer “un yate para este próximo verano”. Eso es optimismo, fuerza y vitalidad.

En un arrebato de espiritualidad, Marinel interpreta que el cuento nos remite a que aquella mujer, con sus pensamientos, lo que está haciendo es construir una escalera que habrá de permitirle alcanzar el propio cielo. Con bellas palabras nos describe el miedo de todos los demás, que temen perderla una vez que alcance su objetivo, y saben que con su perdida también perderán los hermosos pensamientos que les regalaba.

Sin embargo, Marinel, con tan bella interpretación espiritual del asunto, en otro comentario posterior pide disculpas, pensando, no se porqué, que puede haber molestado y rogando que “borre” su comentario anterior, cosa a la que uno, por supuesto, con la mayor amabilidad que pude, se negó, dejando constancia de ello en el blog de nuestra amiga. Otra interrelación a apuntar.

Tras Alejandrina, que nos dejó un amable comentario sobre el cuento, sin saber que realmente lo había escrito otra persona, Alfaro sostiene que solamente se posee aquello que pensamos y sentimos. No cabe duda de que tiene razón. Nuestras posesiones más queridas serían todo aquello que guardamos en el propio interior de nuestras almas.

Un punto especialmente curioso de estas interconexiones se alcanza cuando Clarice, vieja amiga, apunta –sin dudas- a que cree haber reconocido a “aquella mujer” de la que uno hablaba, una mujer de bello nombre, a la que quiere mucho y que también vive en su país. Es curioso que gracias a Internet dos amigas que se conocen y se quieren se reconozcan en las palabras de otra persona que vive al otro lado del Gran Océano.

Lluvia, siempre tan apasionada, entra “a gritos” y proclama que para tener algo no basta con desearlo, sino que es preciso “ir a por ello”, es decir actuar. Y con la misma pasión se hace la pregunta esencial: ¿Pero esas posiciones queridas que son? ¿De que estamos hablando? ¿Posesiones del espíritu o de la pura materia?

Y entonces llega Cristina, que es precisamente la coautora del pequeño cuento, y nos dice que “de pronto, descubrió que las posesiones más queridas eran sus amigos.”

Con toda esta larga parrafada uno no ha pretendido sino dejar constancia de lo hermoso que es que gracias a Internet, ese prodigio que nadie sabe donde se ubica, ese quizás “Reino del Espíritu”, un grupo de personas que no nos conocemos realmente hayamos ido incorporando un poco de cada uno de nosotros para, al final, entre todos, escribir cosas interesantes acerca de una cuestión que en principio estaba enfocada como un simple “Cuento Mínimo” pero que cada uno habéis ido enriqueciendo con vuestras aportaciones.

Sinceramente, para uno esto tiene un gran encanto y eso es lo de lo que he querido dejar constancia con estas palabras, si bien no se si no me habré liado un poco y os habré terminado aburriendo.

En fin, amigas, ya termino, si bien antes quisiera dejar constancia de algo que desde hace tiempo me produce una cierta inquietud: os dais cuenta de que todas las personas que habéis dejado aquí algo de vuestra alma os declaráis, en vuestros perfiles, mujeres.

Por cierto, el broche de fieltro de la imagen me lo regaló
ayer una de mis hijas; es pura y amorosa artesanía. Interpretarlo como un
“PREMIO” por vuestras aportaciones.

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