Quisiera creer que la vida
no es sino un camino
en el que el hombre
se va acercando, cada vez más,
a sí mismo.
Me acercan a mí mismo
las estrellas,
imperecederas, inmortales.
Me acercan a mí mismo
las nubes,
las maravillosas nubes.
Me acercan a mí mismo
el Sol y la Luna,
cuya luz ilumina las tinieblas.
Me acercan a mí mismo
nuestras conversaciones sobre lo Eterno.
Me acercan a mí mismo
las palabras que escribo,
¿las leerán otros?
Me acercan a mí mismo
las palabras de los hombres.
Con ellas nos transmiten sus esperanzas.
Me acercan a mí mismo
los versos que otros escribieron.
A veces, parece que fueron escritos para mí solo.
Me acercan a mí mismo
los recuerdos de mis padres, que sueñan,
y las vivencias con mis hermanos.
Me acercan a mí mismo
los paseos entre los naranjos.
¡Qué inmensa delicia!
Me acercan a mí mismo
las muestras de cariño de los hombres,
tan infrecuentes,
tan inusuales.
Me acercan a mí mismo
los años pasados,
que vamos acumulando en nuestro ser.
Me acercan a mí mismo
los recuerdos de la infancia,
cuando, entre sueños,
caminábamos de la mano de nuestra madre.
Me acercan a mí mismo
las piedras,
en las que late la vida.
Me acercan a mí mismo
los murmullos de los pájaros,
tan cantarines, tan presurosos.
Me acercan a mí mismo
las flores
¿Quién te enseñó, Dios mío, a hacer las flores?
cantó hace siglos un hombre.
Me acercan a mí mismo
las miradas huidizas de los gatos,
en los que duerme una fiera
a la que podemos acariciar.
Me acercan a mí mismo
las sonrisas de nuestras hijas.
Gracias, Dios mío.
Me acercan a mí mismo
tus besos,
tus dulces besos.
Me acercas a mí mismo
Tú.
no es sino un camino
en el que el hombre
se va acercando, cada vez más,
a sí mismo.
Me acercan a mí mismo
las estrellas,
imperecederas, inmortales.
Me acercan a mí mismo
las nubes,
las maravillosas nubes.
Me acercan a mí mismo
el Sol y la Luna,
cuya luz ilumina las tinieblas.
Me acercan a mí mismo
nuestras conversaciones sobre lo Eterno.
Me acercan a mí mismo
las palabras que escribo,
¿las leerán otros?
Me acercan a mí mismo
las palabras de los hombres.
Con ellas nos transmiten sus esperanzas.
Me acercan a mí mismo
los versos que otros escribieron.
A veces, parece que fueron escritos para mí solo.
Me acercan a mí mismo
los recuerdos de mis padres, que sueñan,
y las vivencias con mis hermanos.
Me acercan a mí mismo
los paseos entre los naranjos.
¡Qué inmensa delicia!
Me acercan a mí mismo
las muestras de cariño de los hombres,
tan infrecuentes,
tan inusuales.
Me acercan a mí mismo
los años pasados,
que vamos acumulando en nuestro ser.
Me acercan a mí mismo
los recuerdos de la infancia,
cuando, entre sueños,
caminábamos de la mano de nuestra madre.
Me acercan a mí mismo
las piedras,
en las que late la vida.
Me acercan a mí mismo
los murmullos de los pájaros,
tan cantarines, tan presurosos.
Me acercan a mí mismo
las flores
¿Quién te enseñó, Dios mío, a hacer las flores?
cantó hace siglos un hombre.
Me acercan a mí mismo
las miradas huidizas de los gatos,
en los que duerme una fiera
a la que podemos acariciar.
Me acercan a mí mismo
las sonrisas de nuestras hijas.
Gracias, Dios mío.
Me acercan a mí mismo
tus besos,
tus dulces besos.
Me acercas a mí mismo
Tú.
¡Hermoso!
ResponderEliminarSolo estando cerca se puede escuchar latir el propio corazón.
Como me ha gustado! Gracias por compartir..
Le dejo un saludo.