Dicen que quieren cerrar
la taberna del Potro,
la de San Francisco.
la de los Plateros.
Dicen que quieren cerrar
la taberna más antigua,
la que tiene más recuerdos,
más historias,
de nuestro pueblo.
Dicen que quieren cerrar
los recuerdos de los hombres,
las historias de la Historia,
nuestra historia.
Alguna vez he soñado,
hace tiempo, y vi
que Julio Romero,
entre vinos, aquí,
hablaba,
-humos de cigarros
y olor a trabajo-
con hombres de cobre,
que eran sus hermanos.
Otra vez soñé,
con el soñador Pacheco,
revolucionario,
general de gitanos,
bandido alocado,
que aquí reclutó
la corte de “tirados”
que a la calle sacó.
Murió de un disparo.
También soñé aquí que un día,
un domingo cualquiera,
Anguita, una copa,
de Fino Peseta,
complacido, bebía.
Hablaba con todos,
los sonreía.
A todos quería.
¿Quién lo iba a pensar?
Dicen que los Plateros
no gustan de los recuerdos,
de las historias,
de nuestro pueblo.
ACLARACIONES
Estos versos fueron encontrados, hace más de ochenta años, en un baúl que contenía diversas ropas y objetos que habrían pertenecido a Quintín García Roelas, legendario hombre de acción del que se dice que en su vejez compuso poesías premonitorias. Creo que Pío Baroja habló de él en alguna de sus novelas. En un bolsillo de uno de sus trajes estaban los versos. Me los vendió un tratante de La Corredera.
La prensa local –por otro lado- ha publicado estos días la noticia de que la taberna que la Sociedad de Plateros de Córdoba tiene en las inmediaciones de la Plaza del Potro tiene sus días contados. Los Plateros, que desprecian el hecho de que esta taberna es la más antigua y legendaria de la ciudad, tendrían intención de transformarla en un hotelito.
He decidido dar a la luz estos versos (estamos a siete de octubre de 2007) una vez enterado de que diversas personas afirman que han escuchado los ruidos que producían los huesos de Quintín García Roelas, enterrado en el paradójico “Cementerio de la Salud”, al estremecerse cuando escuchaba la noticia.
la taberna del Potro,
la de San Francisco.
la de los Plateros.
Dicen que quieren cerrar
la taberna más antigua,
la que tiene más recuerdos,
más historias,
de nuestro pueblo.
Dicen que quieren cerrar
los recuerdos de los hombres,
las historias de la Historia,
nuestra historia.
Alguna vez he soñado,
hace tiempo, y vi
que Julio Romero,
entre vinos, aquí,
hablaba,
-humos de cigarros
y olor a trabajo-
con hombres de cobre,
que eran sus hermanos.
Otra vez soñé,
con el soñador Pacheco,
revolucionario,
general de gitanos,
bandido alocado,
que aquí reclutó
la corte de “tirados”
que a la calle sacó.
Murió de un disparo.
También soñé aquí que un día,
un domingo cualquiera,
Anguita, una copa,
de Fino Peseta,
complacido, bebía.
Hablaba con todos,
los sonreía.
A todos quería.
¿Quién lo iba a pensar?
Dicen que los Plateros
no gustan de los recuerdos,
de las historias,
de nuestro pueblo.
ACLARACIONES
Estos versos fueron encontrados, hace más de ochenta años, en un baúl que contenía diversas ropas y objetos que habrían pertenecido a Quintín García Roelas, legendario hombre de acción del que se dice que en su vejez compuso poesías premonitorias. Creo que Pío Baroja habló de él en alguna de sus novelas. En un bolsillo de uno de sus trajes estaban los versos. Me los vendió un tratante de La Corredera.
La prensa local –por otro lado- ha publicado estos días la noticia de que la taberna que la Sociedad de Plateros de Córdoba tiene en las inmediaciones de la Plaza del Potro tiene sus días contados. Los Plateros, que desprecian el hecho de que esta taberna es la más antigua y legendaria de la ciudad, tendrían intención de transformarla en un hotelito.
He decidido dar a la luz estos versos (estamos a siete de octubre de 2007) una vez enterado de que diversas personas afirman que han escuchado los ruidos que producían los huesos de Quintín García Roelas, enterrado en el paradójico “Cementerio de la Salud”, al estremecerse cuando escuchaba la noticia.
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