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martes, 2 de octubre de 2007

OCTUBRE


Estaba echado yo en la tierra, enfrente
del infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.

Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente.

Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,

a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.

Juan Ramón Jiménez (Sonetos espirituales)

-Como habría de recordar el propio Juan Ramón Jiménez, este soneto impresionó a los hombres de la Institución Libre de Enseñanza y desde luego no pasó desapercibido para el propio Ortega y Gasset. Sus dos tercetos sintetizan a la perfección el meollo de la filosofía que preside al proyecto pedagógico de la Generación de 1914.

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