Páginas

domingo, 10 de agosto de 2008

GATOS AL AMANECER









A Natacha, amiga entrañable



Aquel día, Antiqva se había levantado temprano. Intentando no hacer demasiado ruido se dirigió a la puerta de la casa y salió al pequeño jardín. Sabía que Natacha, la gata blanca, y su hijo “Innombrado”, un bello y desconfiado gato negro que ni siquiera tenía nombre, estarían esperando el desayuno. En una de sus manos portaba un saquito de pienso.

Efectivamente, a las 8 de la mañana de un sábado, allí estaban los dos gatos silvestres esperando que aquel tipo extraño quisiera darles algo de comer. Corría el mes de agosto y el día amenazaba un calor inmenso, sin embargo, inesperadamente, se puso en marcha una pequeña ráfaga de viento y una de las puertas del pasillo se cerró bruscamente. Sonó un portazo estrepitoso.

-“Santo Dios, Antiqva, se puede saber que haces levantado a estas horas y armando ese ruido…”, exclamó María, sobresaltada.

-“Nada, nada, cariño, había salido a ver que tiempo hacía”, mintió el hombre.

Antiqva, mientras tanto, había dejado el saco de comida en el suelo y había vuelto a la casa para cerrar todas las puertas con gran cuidado intentando evitar así nuevos posibles portazos.

Cuando volvió al jardín, para su sorpresa, el hombre se encontró a Natacha y al Innombrado olisqueando –curiosos- aquel extraño bulto.

-“Mami, que diantres será esto”, escuchó decir al Innombrado.

Antiqva, algo atolondrado a esa hora de la mañana, reparó pronto en que los animales, sin duda tan hambrientos como juguetones, tenían un interés especial en averiguar que era “aquella cosa”, así que retrocediendo otra vez sobre sus pasos se dirigió de nuevo a la casa en busca de su cámara fotográfica. “Por lo que pueda pasar”, pensó.

Para entonces, María, en estado de dormivela, no cesaba de refunfuñar:

-“Pero se puede saber que buscas ahora… Menudo jaleo que estás armando…”

-“La máquina de fotos, cariño” –respondió nuestro amigo algo tembloroso.

-“¿Y para que quieres la máquina de fotos a estas horas? Te estás volviendo loco. ¡Ah, no, claro…! –reparó la mujer- seguro que son esos gatos que te tienen trastornado… En esta casa no hay quien duerma…”

Sin decir palabra, Antiqva, máquina en ristre, salió de nuevo a la calle en busca de los tan mentados gatos silvestres. En ese momento, el Innombrado, con sus manitas, dominado por el hambre y la curiosidad, estaba golpeando el saquito de pienso. Pronto, alborotados por el olor a salmón y otros pescados que salía de su interior, los dos gatos se estaban atropellando metiendo sus respectivos hocicos en él, sin consideración alguna de edades o dignidades, y sacando con sus dientes lo que habría de constituir aquel día su desayuno.

En cuestión de segundos, el saco –envestido una y otra vez por las fieras- había terminado rodando por el suelo y los dos animales, sin temor o miramiento alguno, tenían metidas sus cabezas en su interior. Solamente sus lomos estaban ahora fuera del saco.

Fue entonces, cuando los dos felinos masticaban “como fieras”, ajenos a todo, cuando Antiqva pensó:

-“Señor, que buena ocasión, ahora que están distraídos, para pasarles la mano por el lomo y acariciarles siquiera por un instante.”

Sin embargo, recapacitó y no lo hizo. Era plenamente consciente de que esos gatos no querían que los humanos los acariciasen. Si él lo hacía, aprovechando su distracción momentánea, los dos animales, indefensos en el interior del saco, se llevarían un susto “morrocotudo” y posiblemente perderían toda la confianza que habían depositado en en él en los últimos meses.

Cuando, al poco, se hartaron de comer y “salieron del saco”, fue el momento que Antiqva aprovechó para, en un gesto tremendamente rápido, pasar delicadamente su mano por la punta del rabo de la blanca Natacha.

“Fuff, fuff, fuff…”, refunfuñó la gata, como siempre, mientras le mostraba al hombre con tintes de amenaza sus fieros colmillos. “Te quieres estar quieto, Antiqva.”

“Vamos, vamos… -escuchó también decir en ese momento el hombre a María-, deja en paz de una vez a los gatos, que es hora de preparar nuestro desayuno… Señor, señor… mira que siempre desayunan los gatos antes que nosotros…”









.

11 comentarios:

  1. Qué bueno... Las mías hacen lo mismo, jajaja.
    ¡Si hasta les compras pienso!!! eres de lo que no hay.
    Dile a María que tenga un poco de paciencia.... los blogueeros "seeemos asina" jajaja.
    Un beso y mil gracias, querido
    Natacha.

    Yo nunca te bufaré.

    ResponderEliminar
  2. Qué bueno, qué bueno! antiqva, las fotografiás son una maravilla, hablan por sí solas, qué gatos más preciosos y qué contraste de colores, oye, y lo bien que se llevan para compartir...,
    claro que tu relato es magnífico, qué bien me lo he pasado leyéndolo, es fantástico. Ten siempre tu máquina a mano..., y sé prudente para no ser mordido por los felinos.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. El gato posee belleza sin vanidad,
    fuerza sin insolencia,
    coraje sin ferocidad,
    todas las virtudes del hombre pero sin sus vicios.

    Lord Byron

    Tendrás que aprender de ellos el sigilo, para no despertar a Maria.

    Besos a los dos

    ResponderEliminar
  4. Bueno, al que madruga Dios lo ayuda :)

    ResponderEliminar
  5. Querido amigo, estás dotado de un magnífico sentido del humor y como tampoco te falta el don de la palabra, me has hecho pasar un rato simpático leyéndote.

    Buenisisisimas las fotos.

    un beso

    ResponderEliminar
  6. ¡Qué imágenes más bonitas nos has puesto de estos gatos tan preciosos! y mira que a mí no me gustan los gatos ¿eh? pero viendo estas imágenes tan preciosas me parecen los gatos una verdadera preciosidad, me dan ganas de acariciarlos.

    Encantada de visitar tu blog y de leerte.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  7. jajajaja...què lindo diàlogo!
    Las fotos son estupendas.
    Oye, pero ya ponle nombre al gatito no?

    Abrazos...

    PD. Me hiciste reir mucho con tu comentario de la amante de los libros, jaja..por cierto, no encontré el texto en el País.

    ResponderEliminar
  8. Hola que tal?? MMMMMM los gatos traviesos.. jaja pero que lindos son! bonito diálogo!! un abrazo amigo!

    ResponderEliminar
  9. Me alegra que mi gata sea cariñosa,que no empalagosa, independiente y orgullosa, pero se sienta en mi regazo, con su rabo de zorro y su cantidad de pelo, saluda a los que entran y a los que salen, aunque últimamente selecciona más y ya no lo hace siempre ni con todo el mudo, jaja
    es un gato-perro, torpe para subirse a algunos sitios, y como es despistada a veces no calibra bien, si se cae estrepitosamente, se relame el lomo con lentitud y sale de la habitación ofendida y no vuelve hasta que se la ha pasado.

    Los gatos son tan extraños, que me podría pasar horas enteras, sin aprehender completamente sus movimientos, y aún así hipnotizada por sus diferentes personalidades,
    comprendo su fascinación por ellos.

    Saludos amigo!

    ResponderEliminar
  10. Tienen un encanto especial los gatos, algo medio enigmatico y encantador...
    Saludos
    Chau

    ResponderEliminar
  11. Venía a leer un nuevo post, y veo que no has escrito nada, de todas formas, con tu permiso, me llevo tu enlace porque creo que no te tengo enlazada entre mis blog, a la vez, que lo dejo también entre mis diez recomendados.

    Feliz tarde.

    Un beso.

    ResponderEliminar

Gracias, siempre, por tus palabras...