Hemos hablado algo de Ramsés III, del que decíamos que habría sido una de las figuras más atrayentes de la historia de Egipto. Pues bien, amigos, hace unas semanas, cuando paseábamos por las calles de Salamanca, Antiqva no dudó en adquirir una bella representación de este hombre-dios con la que nos habíamos topado en una tienda de artesanía situada en la calle de la Compañía, cuando estábamos curioseando por si acaso encontrábamos unas “bocas” de las que nuestra amiga Natacha nos había hablado.
Se trata de una representación que para nosotros está dotada de una intensa belleza y de la que quisiéramos destacar ahora las singularidades de la corona que el faraón luce en su cabeza, que el artesano ha sabido reproducir de manera magistral.
Ante todo, Ramsés, que cruza sobre su pecho los tradicionales atributos de los faraones (el cayado y el fragelo) luce la usual barba postiza (símbolo también de la realeza) y cubre su cabeza con el denominado “nemes” que era un tocado de tela que caía a ambos lados de la cara y que se anudaba en la parte posterior. Es de color azul (lapislázuli) con rayas doradas o amarillentas que simbolizaban la eternidad e incorruptibilidad del sol. Este tocado se utilizó desde los tiempos del Reino Antiguo y es el que luce, por ejemplo, la Esfinge de Guiza, que está enclavada junto a las grandes pirámides.
En el centro del “nemes”, en la frente de Ramsés, la serpiente cobra “ureus”, erguida, era un símbolo protector de especial eficacia para los antiguos: escupía llamas de luz que aniquilaban a los enemigos del faraón.
Por encima de este bello tocado mágico protector, Ramsés III luce una versión especialmente llamativa de la denominada Corona “Atef”, considerada tradicionalmente como símbolo de Osiris, la divinidad de la ultratumba. Ante todo podemos apreciar como encima de la cobra “ureus” el artesano ha reproducido un disco solar, símbolo de la divinidad primigenia: Ra (el sol), del que nacen unos retorcidos cuernos de carnero que sirven de asiento a la propia corona, que está adornada en sus dos lados por dos plumas de avestruz (símbolo de Maat, de la que luego hablaremos). Las plumas tienen sus filos resaltados en oro y están coloreadas en rojo, azul y negro. Todo el conjunto está coronado por otro disco, en este caso de color oro, que es propio de los tiempos del Reino Nuevo, cuando reinó Ramsés III y que algunos especialistas han relacionado con el fruto del árbol “Ished” (otro símbolo solar, nuevamente).
Las dos plumas de avestruz están coronadas, si os fijáis, con la representación de sendos chacales, animales que simbolizaban a Anubis, el dios que acompañaba a los muertos en sus primeros pasos por las regiones del Inframundo. A ambos lados de las plumas, igualmente, se han situado otras dos cobras protectoras del tipo de la que Ramsés luce en la frente.
La Corona “Atef” que porta nuestra imagen facilitaba al faraón, si seguimos las creencias egipcias, su renacimiento en el Más Allá tras la muerte. A veces, se complementaba con otros añadidos que igualmente tenían una especial fuerza simbólica, como sucede en esta imagen en la que “colgados” de los extremos de la cornamenta podemos distinguir a dos figurillas que están sentadas. Las dos portan una pluma de avestruz y simbolizan a la diosa Maat, que era la divinidad que presidía en el antiguo Egipto las ideas del orden, el equilibrio y la justicia. Maat era además la señora de la sala en la que, delante de Osiris y otros dioses, se juzgaban las acciones de los hombres cuando estos fallecían.
Por cierto, antes comenté que el faraón portaba un fragelo y un cayado. El hecho de que uno de los atributos del rey fuera un cayado no era otro sino que, para los egipcios, el faraón era “el buen pastor” de su pueblo, algo –amigos- que sin duda os sonará.
Las dos plumas de avestruz están coronadas, si os fijáis, con la representación de sendos chacales, animales que simbolizaban a Anubis, el dios que acompañaba a los muertos en sus primeros pasos por las regiones del Inframundo. A ambos lados de las plumas, igualmente, se han situado otras dos cobras protectoras del tipo de la que Ramsés luce en la frente.
La Corona “Atef” que porta nuestra imagen facilitaba al faraón, si seguimos las creencias egipcias, su renacimiento en el Más Allá tras la muerte. A veces, se complementaba con otros añadidos que igualmente tenían una especial fuerza simbólica, como sucede en esta imagen en la que “colgados” de los extremos de la cornamenta podemos distinguir a dos figurillas que están sentadas. Las dos portan una pluma de avestruz y simbolizan a la diosa Maat, que era la divinidad que presidía en el antiguo Egipto las ideas del orden, el equilibrio y la justicia. Maat era además la señora de la sala en la que, delante de Osiris y otros dioses, se juzgaban las acciones de los hombres cuando estos fallecían.
Por cierto, antes comenté que el faraón portaba un fragelo y un cayado. El hecho de que uno de los atributos del rey fuera un cayado no era otro sino que, para los egipcios, el faraón era “el buen pastor” de su pueblo, algo –amigos- que sin duda os sonará.
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Nada más fascinante que la historia egipcia,Antiqva.Al menos para mí.Nada como internarse en ese mundo lleno de dioses protectores en perfecta simbiosis con la naturaleza.
ResponderEliminarRamsés, fue el último de los grandes faraones, después de él, la historia de Egipto perdió fluidez y encanto durante siglos y ya nada volvió a ser igual.
Preciosa estatua perfectamente definida.Me encanta.
Yo, tengo alguna y dos papiros preciosos que me trajeron de allí, ya que nunca he estado.Ese es el sueño de mi vida, poder ir a visitarlo, ver con mis propios ojos la inmensidad de las pirámides, entrar en ellas, ver los restos de aquella civilización que tanto me atrae.
Besos,Antiqva.Voy a leer lo demás que has escrito.
Visitamos los museos y venos, pero no podemos profundizar sin el sabio conocimiento de quién sabe. ¡Pero cuanta cosa puede salir de la corona de Ramsés¡ y seguro que te has tenido que reprimir en lo escrito para que el post no fuera excesivamente largo.
ResponderEliminarMuy interesante.Saludos
Siempre fascinante. Cuando viajé a Egipto no sabía muchas de las cosas que ahora sé...
ResponderEliminarSi vuelvo, será aún más interesante.
Gracias por todo, cielo
Natacha.