Páginas

jueves, 21 de agosto de 2008

CANCIÓN TRISTE



“Me abandonó,
como se abandonan
los zapatos viejos,
destrozó el cristal
de mis gafas de lejos,
sacó del espejo
su vivo retrato,
y, fui, tan torero,
por los callejones
del juego y el vino,
que, ayer, el portero,
me echó del casino
de Torrelodones.
Qué pena tan grande,
negaría el Santo Sacramento,
en el mismo momento
que ella me lo mande…”





¡Ay, amigo Joaquín, que dolor…! Este fin de semana “el Innombrado”, ese gato negro que está llegando ahora a su madurez, y Antiqva, por las noches, entristecidos, nos hemos tomado más de una copa de Pedro Ximénez, con los ojos húmedos, mientras mirábamos al cielo y contemplábamos las estrellas.

Y es que Natacha, la gata blanca, madre de “el Innombrado”, ha decidido “echarnos al mundo” a los dos y se ha largado, sin dejar sus señas, con sus dos nuevos gatitos blancos.

“El Innombrado”, amigo Joaquín, lloroso, intentaba explicarme el jueves pasado, por la noche, lo que había sucedido: “Hijo –le había dicho Natacha- ya estás hecho “todo un gato” y no te puedo seguir criando. Te tienes que buscar la vida tu solo. Lárgate –hijo-, te ha llegado la hora de hacerlo.”

“Pero mami, que estás diciendo…”

“Qué te largues de una vez, que una –decía cada vez con más energía Natacha- tiene más que de sobra con los dos “ositos” blancos que me han caído encima.”

Pero –según me contó el animal- la que se largó, sin dejar rastro, fue ella, llevándose, detrás, a los dos “ositos”. “Ah –le dijo cuando se alejaba con los críos- y le dices a Antiqva que su dudosa hospitalidad no nos sirve. Precisamos “pensión completa” todos los días y no solamente los fines de semana, como él nos ofrece.”

A la sombra de las estrellas, “El Innombrado”, estas noches pasadas, me seguía contando, siempre entre lágrimas, que él no había podido hacer nada. Su madre había tomado una decisión y se había largado, sin mirar atrás, quién sabe adonde.

Y aquí estamos, “El Innombrado” y Antiqva, tirados como “unos zapatos viejos”, consolándonos el uno al otro, en la noche, mientras nos tomamos unas copitas de vino dulce amontillado. Ahora mismo le estoy mirando, mientras el animal paladea las gotitas de riquísimo licor, con los ojos, eso si, empañados por la niebla.

Y es que “El Innombrado”, ese bello gato negro, me ha dicho que ha decidido, de momento, quedarse con nosotros, siempre que no le tengamos demasiado atosigado y que no le pongamos horarios cuando, por las noches, salga de parranda.

Y entre sorbo y sorbo de Pedro Ximénez hemos decidido cristianizarlo, que ya era hora. Y, claro, nada mejor que ponerle el nombre de su padre, animal que por cierto desapareció sin dejar ninguna pista hace ya demasiados meses (el padre de los “ositos” blancos es otro).

A partir de ahora, “el Innombrado”, ese gato negro que cada vez me parece más bello, ya tiene nombre, se llama, al igual que su papá: “Rubito”.

¡Pensar que nos quedan, al menos, 500 noches de lamentos en la oscuridad por Natacha y sus “ositos”!


ACLARACIÓN
Es triste, pero lo cierto es que el trasfondo de este cuento es plenamente real. Natacha y sus “ositos” blancos han desaparecido, en tanto que “Rubito” ha estado rondando nuestra casa, a todas horas, tan solitario como incansable, todo el fin de semana.


12 comentarios:

  1. ¡Cuánto lo siento Antiqva!.Quizá la madre,haya decidido otro lugar mejor para criar a sus vástagos,quien sabe por qué...
    Pobre rubito también...¡qué perdido y solo está!
    Ánimos y besos para los dos.

    ResponderEliminar
  2. Seguro que cuando se de cuenta del cariño que de dabas volverá.
    Ahora sólo estará intentando independizar a su hijo.
    Eso es lo que deberíamos hacer los humanos, dejar a nuestros hijos que aprendan a luchar en la vida, no estar siempre protegiéndolos.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Antiqva, me has hecho llorar... ¿sabes?
    Estoy convencida de que Natacha volverá...
    Una cosa es segura, están bien. Si algo le hubiese pasado a Natacha, los gatitos estarían allí, donde ella les mostró un lugar seguro....
    Un beso, querido. Cuéntanos si hay novedades y haz un cariñito al rubio
    Un beso, cielo
    Natacha.

    ResponderEliminar
  4. Pero Natacha ha vuelto, cargada de regalos, ilusión y energía.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Si te sirve de algo, un gato comun siempre vuelve donde tiene comida y cobijo, a no ser que alguien se lo impida. Yo siempre he tenido gatos y solo uno no volvio, pero no fue porque el no quiso. Los mios pueden largarse durante dias, y en cualquier momento decirte, miauuuu ya estoy aqui.
    Suerte

    ResponderEliminar
  6. ¿Sabes que he oído decir que si te cruzas con un gato negra dá mala suerte? aunque no creo mucho en esas cosas, pero sí es cierto que lo he oído.

    Me ha parecido muy bonito tu escrito, me ha emocionado, se coge mucho cariño a los animales.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  7. Espero Antiqva por tu bien y por el ya nombrable “Rubito”, que no se os ocurrirá pasar las 500 noches de lamentos en la oscuridad dándole al Pedro Ximenez.

    ¡Que bonito, los dos solitos lamentándoos sin invitar a nadie!

    Los animales (aquellos que no son domésticos) saben que es necesario independizarse de sus crías para que estos puedan desarrollar plenamente su instinto de supervivencia.

    Es su manera de perpetuar su especie, solo los más fuertes he independientes salen adelante, por lo que deduzco que Natacha es una buena madre, seria y responsable.




    Besos (con muchiiiiiiiiiiiísima sed)

    ResponderEliminar
  8. Natacha quizá vuelva, o quizá se refugió en tu casa y ahora se ha vuelto a su habitat de siempre,
    lo has contado de tal modo que hasta me ha dado un poco de pena...
    ¿y el gato después de la copa de xerez canta con sabina?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Jope, se notaba que le habías cogido un inmenso cariño, igual que su noviete peludo.

    Ojalá vuelva pronto a casa.

    Un abrazo para vosotros dos.

    ResponderEliminar
  10. Creo que ha sido un arrebato de libertad, pero se va tranquila porque sabe que queda en buenas manos. Volverá, seguro.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Me encantó la excusa del relato para recordar los momentos nocturnos de dos amigos y sus penas.Magnífica la imagen.
    He disfrutado la historia.
    Inuits

    ResponderEliminar
  12. "Rubito" tiene mucha suerte. Te ha encontrado. Siempre he adorado los gatos negros.
    Un beso.

    ResponderEliminar

Gracias, siempre, por tus palabras...

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.