El grupo de Homo Erectus, temoroso de las fieras, avanzaba torpemente por la colina. Uno de los niños, invadido por la audacia, se había destacado del grupo y fue el primero que se topó con las aguas del Gran Río. Sorprendido ante la inmensa corriente, el niño se acercó a la orilla para contemplar de cerca sus misterios. Pronto, de súbito, gritando, pegó un salto e inició una alocada carrera en busca de la protección de los hombres.
Más allá del cristal acuoso del río, horrorizado, el niño había podido contemplar como un ser desconocido, desde las profundidades, le estaba mirando con una sensación de sorpresa muy similar a la suya.
Más allá del cristal acuoso del río, horrorizado, el niño había podido contemplar como un ser desconocido, desde las profundidades, le estaba mirando con una sensación de sorpresa muy similar a la suya.
Te imaginas que encontráramos nuestra verdadera cara en el espejo y no lo que hemos maquillado en nuestro espejo diario?
ResponderEliminarque fuerza tiene esa fotografia.
Un abrazo , y un beso a Cordoba.
Amiga Momo: si nos encontrásemos con nuestra verdadera cara, con la mas profunda, posiblemente sentiriamos mas temor que el padecido por ese jovencito Homo Erectus.
ResponderEliminarEn otro lugar ya indique que la conciencia que acerca de nosotros tenemos nosotros mismos esta idealizada, sin duda.
Saludos en la distancia