Yo solo Dios y padre y madre míos,
me estoy haciendo, día y noche, nuevo
y a mi gusto.
Seré más yo, porque me hago
conmigo mismo,
conmigo solo,
hijo también y hermano, a un tiempo
que madre y padre de Dios.
Lo seré todo,
pues que mi alma es infinita;
y nunca moriré, pues que soy todo.
¡Qué gloria, qué deleite, qué alegría,
qué olvido de las cosas,
en esta nueva voluntad,
en este hacerme yo a mí mismo eterno!.
Juan Ramón Jiménez (La estación total)
- El poeta nos dice que está construyendo sobre su “yo histórico” un “yo eterno”. Aquí está implícita la idea de origen krausista de que el hombre es siempre un hombre en sucesión hacia una perfección que atribuimos a Dios. Vivir es permanente olvido del yo alcanzado ayer y permanente búsqueda de un yo superior para mañana.
Ese “yo último”, construido día a día, puede identificarse con Dios, de modo que el poeta, que es el creador de ese “yo último”, puede llamarse padre y madre de dios, de ese “yo último” que es a la vez hermano e hijo del “yo temporal”.
Fuente: Antología poética de Juan Ramón Jiménez, en edición de Javier Blasco. Cátedra. Madrid (1995).
me estoy haciendo, día y noche, nuevo
y a mi gusto.
Seré más yo, porque me hago
conmigo mismo,
conmigo solo,
hijo también y hermano, a un tiempo
que madre y padre de Dios.
Lo seré todo,
pues que mi alma es infinita;
y nunca moriré, pues que soy todo.
¡Qué gloria, qué deleite, qué alegría,
qué olvido de las cosas,
en esta nueva voluntad,
en este hacerme yo a mí mismo eterno!.
Juan Ramón Jiménez (La estación total)
- El poeta nos dice que está construyendo sobre su “yo histórico” un “yo eterno”. Aquí está implícita la idea de origen krausista de que el hombre es siempre un hombre en sucesión hacia una perfección que atribuimos a Dios. Vivir es permanente olvido del yo alcanzado ayer y permanente búsqueda de un yo superior para mañana.
Ese “yo último”, construido día a día, puede identificarse con Dios, de modo que el poeta, que es el creador de ese “yo último”, puede llamarse padre y madre de dios, de ese “yo último” que es a la vez hermano e hijo del “yo temporal”.
Fuente: Antología poética de Juan Ramón Jiménez, en edición de Javier Blasco. Cátedra. Madrid (1995).
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