Apertura f/14
Tiempo de exposición 1/250 segundos
Velocidad ISO - 200
Distancia focal 18 mm.
Compensación de la exposición -0,70
HDR
Presa de los inquisidores la madre Magdalena de la Cruz habría de terminar confesando. Reconoció que había tenido tratos con el diablo, que habría sido el ser que desde niña había inspirado sus actos. La mujer, entre lágrimas, mostró signos de arrepentimiento. En algún momento parece que dijo incluso que ese ser que ella había creído de luz, tenía unos ojos azules especialmente bellos. Reconoció también la monja que cierta noche el maligno había deseado hacer con ella algo deplorable y ella se había negado, de modo que él, en un acto de gran violencia, la había arrojado al suelo. Magdalena nunca llegó a aclarar la naturaleza de ese acto impropio que no había accedido a realizar. Fue entonces cuando una de las hermanas habría de declarar: “Si todo lo que de ella sé de oídas y vista tuviese que decir, en verdad no cupiese en mucho papel”.
Y otra de las hermanas, testigo en el juicio, habría también de reconocer que a veces, durante los momentos de confesión de la madre, corría entonces el mes de enero de 1544, Magdalena de la Cruz entraba en trance y entonces: Pasaron muchas y grandes cosas que no se pueden escribir; cosas que eran para espantarse; cosas que ni escribir, ni decir, ni menos oír, se pueden”.
Para entonces la Santa Inquisición había ordenado que a Magdalena se le retirase el hábito. La mujer, llorando, argumentaba que era cierto que había tenido tratos con el diablo pero que en su ingenuidad había pensado, ahora se daba cuenta que erróneamente, que gracias a ese poderoso auxilio iba ella a acceder más fácilmente a la santidad, única pretensión de toda su vida.
Auto de Fe
Cuando todos pensaban que el cuerpo de la monja milagrera habría de arder en la hoguera, por su vida de pecado y herejía, sucedió que sorprendéntemente los doctores de la Inquisición se dieron por satisfechos ordenando que saliera en penitencia en el Auto de Fe que habría de celebrarse en 1555. Fue así como se vio a Magdalena de la Cruz caminando descalza por las calles de la ciudad, portando un velón amarillento en la mano y con una gruesa soga amarrada en torno a su cuello. Parece que la monja pudo salvar la vida gracias a las buenas relaciones que había tenido en otros tiempos con la nobleza de España. Se dice, incluso, que el propio emperador Carlos I hacía llegar al convento de Santa Isabel de los Ángeles, cuando la reina quedaba preñada, las canastillas y ropillas que habrían de usar los infantes, para que nuestra monja las bendijera. Solo gracias a esa anterior fama de santidad y a las buenas relaciones que había tenido con los poderosos pudo Magdalena de la Cruz salvar su vida.
Los inquisidores, en todo caso, en la sentencia, habían dictaminado inflexibles: “Que siempre sea tenida por sospechosa; que salga de la cárcel con una vela encendida en la mano y una mordaza en la lengua y una soga en la garganta, sin llevar velo negro; y mandamos que esté encerrada perpetuamente en un monasterio fuera de esta ciudad; y que sea siempre la postrera en el coro, capítulo y refectorio; mandamos que no hable con persona alguna, si no fuere con las monjas o su Provincial o Vicario; le mandamos que en tres años no comulgue ni reciba el Santísimo Sacramento; y le mandamos que no traiga velo en toda su vida; todo lo cual le mandamos lo guarde y cumpla, so pena de ser tenida por relapsa.”
Se dice que Magdalena, tras la humillación atroz del Auto de Fe, merecido castigo por su infame delito de tratos con el maligno, fue encerrada en un convento de Andujar, en donde si hemos de creer lo que dejaron escritos los cronistas “todos los días, al ir al refectorio, se había de tender atravesada en la puerta, pasando por cima las otras monjas, haciendo ademán de pisarla…” Parece que en alguna ocasión Magdalena de la Cruz habría reconocido a su confesor que sentía que muchas de sus hermanas la pisaban con saña, pero otras, muy pocas, lo hacían con la delicadeza propia de un ángel que caminase de puntillas.
Esta imagen está tomada en la Plaza de San Pablo de Valladolid, llamada en tiempos pasados "Sitios Reales".
ResponderEliminarEn esa plaza, que uno sepa, han ocurrido dos sucesos de fábula. De un lado, en el edificio de la derecha, nació en siglos pasados Felipe II; de otro, en el edificio que se insinúa a la izquierda, en ladrillo rojo, hice yo cuando era joven todo el bachillerato...
Dos sucesos fabulosos, sin duda... Uno, que Felipe II naciera en un sitio tan modesto como el Valladolid de entonces; otro, que uno, en algún tiempo pasado, fuese joven...
Has bordado esta entrada querido amigo, le das un trato a la fotografía y llegas a sumergirnos en tu habilidad literaria con mucha facilidad...
ResponderEliminarMe ha encantado leerte...la foto magnífica , siempre...
Niño: eres joven!
Uff¡¡ que historia más fuerte, ponen los pelos de punta¡¡
ResponderEliminarUn abrazo, gracias por tu visita en mi casa. besos.
Realmente es una historia bonita y llena de luz, enhorabuena por tu relato.
ResponderEliminarMenuda historia. horrores de otros tiempos y de éstos, que de haberlos, haylos!!
ResponderEliminarNo estoy triste, más bien "malita", pero vengo a ver tu luz y tus cielos para dar ánimo a mi espíritu. :)
Molt bona nit, nin!!
Bessets.
Scatto molto ma molto bello!
ResponderEliminarCinzia
Si las plazas hablaran, cuánto dolor explicarían. Bella imagen de la portada, evoca a las de Salamanca.
ResponderEliminarAUTO DE FE, eufemismo de la Inquisición llamada santa, para definir humillaciones, crueldades, miedos, terror, intransigencia, horror a la vida. Malos tiempos, infeliz Magdalena, le cuadra el nombre, victima de una época negra.
De refilón en algunos detalles, me ha parecido que Magdala se parecería en visiones y misticismo a Teresa de Ávila, amores distintos o no tanto. Muy bien lo has relatado amigo mío.
Besito de nuevo, más o menos en marcha, poco a poco.
Another great HDR photo!
ResponderEliminar¡ajjjj que historia la de esa pobre monja! Justamente hace poco volvi a leer el libro del Prof Manuel Fernandez Alvarez sobre las mujeres del Renacimiento español.
ResponderEliminarMira tú, que dos sucesos tan importantes que se dieron en el lugar de la foto. Enhorabuena por haber sido joven alguna vez jejeje (yo también lo fui...)
Besos x2, amigo
Una historia espeluznante Antiqva, pobre mujer, la inquisición fue algo muy terrible en Europa,...lo comparo con el holocausto de los nazis, existen historias horrorosas de estas practicas de los curas....
ResponderEliminarDurante el tiempo que he estado algo "missing" y en "modo contemplativo" he pasado varias veces por tu blog, he observado con detenimiento tus fotografías disfrutando de tu trabajo y he admirado tu capacidad para lograr unos procesados en HDR muy buenos y de gran calidad, algo que no siempre se logra con esta técnica...mi más sincera enhorabuena!!!
ResponderEliminarUn gran abrazo, amigo...seguiré atento a tus creaciones!!! ;)
La foto me gusta mucho pero la historía me pone los pelos de punta...La inquisición buffffffffffffff
ResponderEliminarBesos
Una historia fascinante y de la fotografía, que cada día me gusta más tu trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo grande,
Eva.
Me quedo encantada con tus HDR, suaves, en su punto, apreciando todos los detalles sin verse irreales,y documentados! Un abrazo
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