Paseamos, entre risas por lo extraño de la situación que habíamos vivido, por las callejas del viejo Madrid. Queríamos llegar al Mercado de San Miguel, ya que habíamos decidido comprar algo de fruta que nos serviría para, ya en la tranquilidad de nuestro hotel, cenar esa noche. Allí, en el mercado, mientras saboreábamos con nuestras miradas el bello espectáculo de luz y color que los puestos nos brindaban alguien nos dijo que iba a ser clausurado próximamente. Al parecer algún grupo inmobiliario había decidido transformarlo en un lujoso espacio de ocio y de bares.
-Vaya –no pude dejar de pensar-, hoy todos estamos de acuerdo en que alguien que se dedica a destruir siquiera sea parcialmente un libro tiene que ser un loco. Nadie, sin embargo, piensa lo mismo cuando lo que se decide mutilar es un viejo mercado, pleno de color y de vida, para transformarlo en una creación que sintonice más con los tiempos modernos.
Aquella noche, en el hotel, Roberto, alborotado en su sueño, vivió una y otra vez una carga de fusilería de los hombres del cura Merino que al grito de “¡Mueran los polacos! ¡Acordaros de Ocaña!” estaban masacrando a los coraceros de una columna napoleónica a los que mantenían encerrados en un corral al que habían prendido fuego. En medio de la inmensa humareda, Roberto podía ver como las balas de los guerrilleros atravesaban los cuerpos chamuscados de los franceses. Mientras tanto, yo, no menos enloquecida, no cesaba de repetir que:
“Tirano Banderas salió a la ventana, blandiendo el puñal, y cayó acribillado. Su cabeza, befada por sentencia, estuvo tres días puesta sobre un cadalso con hopas amarillas, en la Plaza de Armas: El mismo auto mandaba hacer cuartos el tronco y repartirlos de frontera a frontera, de mar a mar. Zamalpoa y Nueva Cartagena, Puerto Colorado y Santa Rosa del Titipay, fueron las ciudades agraciadas.”
Fue al amanecer, cuando parloteábamos abrazados contemplando como los rayos de luz se filtraban por la persiana, cuando reparamos en que los espíritus que viven en los libros, atrapados en aquellos ejemplares sin final, habían decidido alojarse esa noche en nuestras mentes. No obstante, nos sentíamos tranquilos. Intuíamos, sin saber porqué, que para combatir su embrujo nos bastaría con apropiarnos, después del desayuno, de algunos de los poemas de “Las nubes”, de Luis Cernuda, que la librera nos había regalado.
Unas horas después, cuando tomábamos el sol en los jardines del Retiro, sentados en la “Santa Tierra”, comencé su lectura. Tan pronto como leí los primeros versos tuve la certeza de que con ellos los espíritus que viven en las palabras podían ser fácilmente conjurados:
“Vida tras vida, fueron
olvidando los hombres
aquella diosa virgen
que misteriosamente, desde el cielo,
con amor apacible
asiste a sus vigilias
en el silencio dulce de las noches…”
Me pareció que el regalo de la librera había sido providencial.
(Este texto supone la segunda parte y terminación del cuento que había publicado hace unos días... Ver más abajo...)
Me gusta mucho!
ResponderEliminarCinzia
Una explosión de colores para el final de un gran cuento. Saludos.
ResponderEliminarfruits and colours, I need that, nothing else than rain here !!
ResponderEliminarvery beautiful image
happy weekend to you
Increíble ese colorido. Es que Madrid inspira, no cabe duda, y esos espíritus se largan con las nubes, bien lejos.
ResponderEliminarBesos besos
HERMOSOS todos estos los colores! me gusta mucho esta foto llena de color y de vida!
ResponderEliminarun abrazo
Hablando de noches en el título, no esperaba ver tantos colores. El texto pulcro y concienzudo, elegante y de cuidado léxico. Muchas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo, compañero Il.
Un gran cuento y una gran explosión de color, están todos, no falta ni uno, un abrazo.
ResponderEliminarFruta para todos los gustos y que harán las delicias de los paladares más exigentes. Sus hermosos y variados colores alegran la vista.
ResponderEliminarBesos
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
He tenido que ir a la nevera a buscar algo de fruta :) me entró una gula insoportable nada más ver la foto. La manzana está buena, pero ahora quiero melocotones y no hay :(
ResponderEliminarEres cruel
Jaja
En serio van a clausurar el mercado? Terminarán con todo lo que vale la pena. Lo sé.
Un beso, amigo...
Hermoso final! y gran colorido en la imagen...Siemmpre es grato disfrutar de la complicidad de tus textos y tus fotografías.
ResponderEliminarSAludos.
¡Precioso y redondo final! Los espíritus fueron conjurados, el universo está en paz y las palabras en los libros vuelven a reordenarse esperando el próximo lector.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querido Amigo!
Que hermosura
ResponderEliminarReflejas la vida en esta estampa tan contidiana!!
Ah me ha encantado la continuación del otro post!!
pd/ he puesto tu video en mi post de hoy, es hermoso pero... no conseguí saber cual es la música que has puesto jajaja asi que me decanté por una a mi libre albedrío espero que me disculpes
Un abrazo enorme y gracias !! de corazón querido amigo
Pues yo me quedo con ganas de más. :)
ResponderEliminarY no me puedo creer que vayan a derruir el Mercado de San Miguel. Que pena!
:(
ResponderEliminar¡Que colorido! Toda la foto es comestible. Una maravilla de edición. Me quito el sombrero.
· un abrazo
· CR · & · LMA ·
Bonito final del relato, en cuanto a la foto es una maravillosa explosión de luz y color.
ResponderEliminarSaludos.
Estupenda imagen para un bello cuento... Un abrazo desde Murcia....
ResponderEliminarYo de tú revisaría la foto y los sueños!! jejjej
ResponderEliminarDisculpa, tenía hambre y me he puesto las botas. ;)
Aferradetes, amic!!
Excelente fotografia para um belo relato....
ResponderEliminarCumprimentos
Pirata hablas de una tierra, que piso cada día, sé de su magia.. de su estilo, de sus olores, de sus luces, conozco palmo a palmo los pasos que diste.. y siento.. que los finales de los libros estén o no las paginas.. siempre los hacemos nuestros.y siempre les damos un final.. aveces diferente al del autor..
ResponderEliminarme gustó mucho.. pero como siempre
me faltó la chica... aunque buena.. al final aparece en forma de virgen..no está mal, jajaja
Un beso... viejo lobo de mar