Cuando creyó despertar solo conservaba el vago recuerdo de haber contemplado, en algún momento que no podía concretar, sus manos ensangrentadas. En la neblina de su mente también acudía a él la visión de un viaje en la noche en un autobús que no conducía nadie y en el nadie más viajaba. Se sentía aturdido y le parecía como si el mundo fuese tan reciente que muchas cosas ni siquiera tuvieran nombre. Lo primero que vio cuando creyó recuperar la conciencia fue la fiera con la que había tropezado en la noche. Alguien le dijo que se llamaba gato. Tenía los ojos verdes, grandes y muy claros, pero de un verde no plenamente definido, como si a veces, según jugase la luz, quizás sometidos a su voluntad, pudieran mostrarse azulados o marrones. Decidió que el animal se llamaría Jato. Era tal la belleza con que sus ojos asombrados contemplaban el mundo que llegó a sospechar que las cosas, cuando el animal las miraba, se volvían transparentes.
Quedó tan impresionado con aquellos ojos que pocos días después comenzó a soñar con el animal. La primera vez, cuando dormía, le había parecido escuchar que Jato estaba maullando en el pasillo. Se levantó, pero allí solo habitaban las ausencias. La noche siguiente dejó abierta la puerta del dormitorio y al poco sintió que el gato se subía a la cama y ronroneaba mansamente acercándose a su cara. Notaba el dulce cosquilleo que le producían sus bigotes. Es un gato de la calle –pensó en su sueño-, ¿cómo habrá entrado en casa…? Y gracias a Jato, cuya presencia se fue repitiendo noche tras noche, se fue sintiendo cada vez más reconfortado y fue viviendo sueños felices en los que el felino le arropaba.
Pasaron algunas semanas antes de que se diera cuenta de que algo no iba bien: cuando se despertaba solo tenía presentes los sueños que había vivido junto a Jato pero no recordaba nada que le hubiera sucedido en el mundo real. Día tras día, iba pasando el tiempo y lo único que recordaba que no hubiera soñado es que se veía sentado en el sofá escuchando de continuo las emisiones radiofónicas de Cadena Nostalgia F.M. Pronto sospechó, aturdido, que quizá la visión de sus manos ensangrentadas no hubiera sido un sueño o que el viaje en el autobús estuviera revestido de algún significado que él no era capaz de captar. Su confusión iba en aumento. No entendía nada, salvo que cuando estaba despierto ni Jato ni nadie se le aparecían. Solo sentía la presencia del gato en los sueños. Posiblemente, pensó, el animal no fuese real, sino solo una apariencia que se le manifestaba en la noche. Fue algunos días después cuando estremecido fue tomando conciencia de que quizás tampoco él tuviera existencia.
“Yo no existo –se dijo al fin-. Solo existe mi mente…”, y con alivio, con humillación, con terror, comprendió al fin que él era también una apariencia, y que era otro, ¿quizás Jato?, quien lo estaba soñando.
Inquietante, mucho. Soñamos o nos sueñan? Y ese felino observa, observa...
ResponderEliminarUn placer leerte, no sé si más que tus fotos, ya sería difícil.
Besos besos
I don't understand all but seems to be a strange story or dream!
ResponderEliminarlove the photo of the cat ! cats are strange too, they know things we don't know! (oh là là my bad english !!!)
I hat the same cat !
happy weekend to you
Interesante perspectiva, Antiqva, pues yo si creo que la energía se transforma, y eso es lo que pasa al morir y claro como el personaje de tu cuento, puede que tome tiempo acostumbrarse al cambio.
ResponderEliminarBesos y muy buen fin de semana, amigo.
A que el gato lo sabía :-)
ResponderEliminarI can't understand the words but I see a beautiful photo with a beautiful cat!
ResponderEliminarCinzia
Un relato inquietante y que nos hace pensar.....El retrato que le has hecho al gato es magnifico,la nitidez es asombrosa, se sale ¡¡
ResponderEliminarUn abrazo
El relato me ha gustado mucho, la imagen exactamente igual, un retrato felino excelente , me gusta la pose y la mirada del minino, así como el procesado de la imagen, un abrazo y buen fin de semana.
ResponderEliminarQuién fuera gata para andar entre tus sueños!! jejje
ResponderEliminarDe quién andaría pendiente el gato de tu foto? Me encanta la toma, él a sus cosas y tú a las tuyas.
Y del relato no digo nada, escribe!!
Abrazos mimosos!! :)
Perturbador y con mas intriga de la que soy capaz de resolver,me ha encantado el final abierto y esa preciosa idea de que hay un lugar donde habitan las ausencias.
ResponderEliminarEl de la fotografía es Jato, sin dudas.
Te abrazo guapo.
Tras una temporada con el blog abandonado, vuelvo y me encuentro con mi mismo problema: actualizar dos al mismo tiempo es un lío, la verdad ... pero no quería dejar este por los enlaces y amigos que con el tiempo he conocido. Una preciosidad de fotografía y un relato conmovedor. Un abrazo
ResponderEliminarEse gato, especialmente su mirada es una maravilla, y el relato, otra.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Buena foto le has hecho a ese minino, el gato con esa mirada hacia el infinito parece también estar pensando en que todo es un sueño.
ResponderEliminarSaludos.
Es un trabajo excelente, Querido Antiqva. Nos llevaste por los laberintos de la conciencia, donde sólo se puede andar con la mente y el corazón abiertos, atentos a la sorpresa.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Magnificos trabajos. Un placer volver a poder pasar por aquí después de mucho tiempo. Un saludo.
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